Santo Tomás de Aquino
Juventud
Tomás de Aquino nació en 1225 en el castillo de
Roccasecca, cerca de Aquino, en el seno de una numerosa y noble familia de
sangre germana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de los condes de
Aquino, estaba emparentado con el emperador Federico II. Su madre, Teodora, era
hija de los condes de Taete y Chieti.
Recibió Tomás su primera educación cumplidos los
cinco años, en la abadía de Montecasino, de la que era abad su tío. Ya por
estas fechas sus biógrafos más reputados (Guillermo de Tocco, Bernardo Guido o
Pedro Calo) destacan una singular devoción, señalando que, desde bebé, se
aferraba fuertemente a un papiro que tenía escrita el Ave María.3 Le enseñaron
primariamente gramática, moral, música y religión hasta 1239, cuando el
emperador Federico II decretó la expulsión de los monjes. A finales del mismo
año el joven Tomás entró en un centro más avanzado, acorde a sus facultades: la
Universidad de Nápoles, que, mediante las artes liberales, le introdujo en la
lógica aristotélica. En 1244, sintiéndose intensamente llamado a la vida
austera e intelectual de los frailes dominicos que había conocido en un
convento de Nápoles, ingresó excepcionalmente rápido en su Orden, gracias a la
amistad que había trabado con el Maestro General Juan de Wildeshausen. La
decisión contrarió en sobremanera a su familia, que tenía planificado que Tomás
sucediera a su tío al frente de la abadía de Montecasino. Enterados de que
Tomás se iba a dirigir a Roma para iniciarse en los estudios del noviciado sus
hermanos lo raptaron y retuvieron durante más de un año en el castillo de
Roccasecca con la intención de disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden.
Tras haber sido tentado varias veces, logró huir del castillo, y, para alejarse
de su familia tuvo que ser trasladado a París. El Aquinate sorprendió a los
frailes cuando estos vieron que se había dedicado a leer y memorizar la Biblia
y las Sententias de Pedro Lombardo, incluso había comentado un apartado de las
Refutaciones sofísticas de Aristóteles que eran las referencias para los
estudios de la época.
Formación universitaria
La Universidad de París era ideal para las
aspiraciones del joven Tomás, por su marcada predisposición al Trívium (ya
tradicional en París) y por sus escuelas de teología. Tuvo por maestros más
destacados a Alejandro de Hales y a Alberto Magno, ambos acogedores de la
doctrina aristotélica (especialmente el segundo). Entre sus compañeros estaba
Buenaventura de Fidanza con quien mantuvo una singular relación de amistad,
aunque también de cierta polémica intelectual. Antes de que Tomás acabara los
estudios, Alberto Magno, sorprendido por el entendimiento de su alumno
napolitano, le encarga un Acto escolástico, y a sus fortísimos argumentos el
alumno responde con perfecta distinción, deshaciendo el discurso del Doctor alemán,
el cual dijo a la asamblea:
"Vosotros llamaís a éste el Buey mudo, pero yo
os aseguró que éste Buey dará tales mugidos con su saber que resonarán por el
mundo entero”
Alberto Magno, seguro del potencial del novicio, se
llevó a éste consigo, a Colonia, a enseñarle y estudiar profundamente las obras
de Aristóteles, que ambos habrían de defender posteriormente. En esa época
Tomás fue ordenado sacerdote. Tomás volvería a París en 1252 para continuar sus
estudios, pero encontraría una fuerte oposición a las Órdenes mendicantes,
liderada por los profesores seculares, que perseguían el abandono de la
Universidad, en señal de protesta contra el encarcelamiento de alumnos delincuentes.
Pero el objeto último de su ira eran los maestros mendicantes: su singular
pobreza, constancia y hábito de estudio llenaba sus clases de alumnos y ponía
en evidencia a los seculares.
El punto álgido de aquel enfrentamiento, que llegó
a amenazar la vida de los mendicantes, llegó cuando el doctor Guillermo de
Saint Amour publicó sus tratados: Libro del anticristo y sus ministros y Contra
los peligros de los novísimos tiempos. Tomás escribió en octubre de 1256, unos
meses más tarde del segundo panfleto de San Amour, Contra los que impugnan el
culto divino y, el Papa Alejandro IV, ese mismo mes, excomulgaría a San Amour,
prohibiéndole la enseñanza y los sacramentos. El joven napolitano contaría, a
raíz de su respuesta a Saint Amour, con la confianza papal en cuestiones
teológicas, y se le asignó la revisión del Libro introductorio al Evangelio
eterno, de influencias joaquinistas.
Enseñanza universitaria
Tras aquella destacada actuación se le concedió el doctorado con la excepcional edad de 31 años, por lo cual, en 1256 ejerce como maestro de Teología en la Universidad de París. Allí escribe varios opúsculos de gran profundidad metafísica, como De ente et essentia y su primera Summa o compendio de saber: el Scriptum súper Sententias. Además, goza del puesto de consejero personal del Rey Luis IX de Francia.
En junio de 1259, Tomás es llamado a Valenciennes,
junto con Alberto Magno y Pedro de Tarentaise (futuro papa Inocencio V), para
organizar los estudios de la Orden, aprovechando que tenía que trasladarse a su
Italia natal. Estuvo durante un periodo de diez años enseñando en Nápoles,
Orvieto, Roma y Viterbo. En esta era de su vida Tomás termina la Summa contra
gentiles, que sería la guía de apología de la Orden en España, encarga la
traducción de numerosas obras de Aristóteles a su amigo erudito Guillermo de
Moerbeke, para evitar ciertos errores de interpretación cometidos por los
árabes, y comienza la redacción de la Summa Theologiae. Es menester señalar que
el Papa Urbano IV lo nombró consejero personal, y que le encargó la Catena
aurea (Comentario a los cuatro Evangelios), el Oficio y misa propia del Corpus
Christi y la revisión del libro Sobre la fe en la Santísima Trinidad, atribuido
al obispo Nicolás de Durazzo.
El Aquinate fue enviado de vuelta a París, debido a
la gran oposición que se había alzado en contra de su figura y doctrina. Ésta
época, por ser la última, es la más madura y fecunda del Aquinate, el cual se
enfrentó a tres brazos del pensamiento: los idealistas agustinistas,
encabezados por Juan Peckham, los seculares anti mendicantes, dirigidos por
Gerardo de Abbeville y, por último los averroístas, cuya figura visible era
Sigerio de Brabante. Tomás ya había asumido públicamente, numerosas ideas
aristotélicas y completó las Exposiciones de las más destacadas obras de
Aristóteles, del Evangelio de Juan y de las Cartas de Pablo el apóstol. Por
otro lado, escribe sus famosas cuestiones disputadas de ética y algunos
opúsculos en respuesta a Juan Peckham y Nicolás de Lisieux, al tiempo que terminaba
la segunda parte de la Summa Theologiae.
Pero su gran lucha vino contra los averroístas:
Sigerio de Brabante, máxima figura de la Facultad de Artes, había manifestado
en sus clases (no en sus obras, de lógica y física, como el Sophisma y su
comentario a la Física de Aristóteles) que el hombre no tenía naturaleza
espiritual por lo que la razón podía contradecir la fe sin dejar ambas de ser
verdaderas. Tomás, líder indiscutible de la Facultad de Teología, respondería
ese mismo año con su De unitate intellectus contra averroístas terminando dicho
opúsculo en una declaración sin par:
"He aquí nuestra refutación del error. No está
basada en documentos de fe sino de razón, y en los asertos de los filósofos. Si
hay, pues, alguien que, orgullosamente engreído en su supuesta ciencia, quiera
desafiar lo escrito, que no lo haga en un rincón o ante niños, sino que
responda públicamente si se atreve. El me encontrará frente a sí, y no sólo al
mísero de mí, sino a muchos otros que estudian la verdad. Daremos batalla a sus
errores o curaremos su ignorancia”
Tras este desafío singular se dice, pues no consta
entre sus biógrafos, que ambos se enfrentaron públicamente y no sería
descabellado, ya que Tomás había disputado con, por ejemplo, Peckham ante la
universidad7 pero lo históricamente válido es que Tomás salió ampliamente
victorioso tras la publicación del opúsculo, ya que, en primer lugar, Siger se
retractó de muchas cuestiones en su De anima intellectiva, y en segundo lugar,
el obispo de París, Esteban Tempier condenaría a los pocos meses hasta trece
cuestiones esenciales del averroísmo, lo que provocó una gran huelga en la
Facultad de Artes.
Regreso y muerte
Terminada su labor en Francia, se le encargó la fundación de un nuevo capítulo provincial en su Nápoles natal. Antes de ello Tomás visitó su familia, así como sus amigos el cardenal Anibaldo degli Anibaldi y el abad de Montecassino Bernard Ayglier. En Nápoles debe destacarse que fue recibido como un rey, así como la numerosa correspondencia que mantuvo, respondiendo dudas al mismo Bernard Ayglier entre muchos otros. Sin embargo, tan pronto comenzó la tercera parte de la Summa Theologiae tuvo una singular experiencia mística (ya las había tenido antes, está bien documentado) tras la cual se le haría imposible escribir:
"Me han sido reveladas semejantes cosas que lo
que he escrito me parece paja”
Al menos accedió a la invitación del Papa Gregorio
X para asistir al Concilio de Lyon II. Sin embargo, desde el arrebato místico
estaba muy débil, y hubieron de acogerle en la Abadía de Fossanova. Tras varias
profecías y milagros 10 documentados y con numerosos testimonios, Tomás murió
haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de 1274, cerca de
Terracina. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, los restos mortales del
grandísimo filósofo y teólogo fueron trasladados a Tolosa de Languedoc, motivo
por el cual la Iglesia católica celebra su memoria en esta fecha.
Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de
Aquino, confundidas entre las averroístas, fueron condenadas por el obispo de
París, Étienne Tempier, quien en 1277 lanzó una gran condena de 219 tesis
respecto a la Universidad de París. A pesar de esto, ya que era una condena
importante, pero local, Tomás de Aquino fue canonizado rápidamente, el 18 de
enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron inmediatamente levantadas en lo que
respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325.
Aunque poco seguido hoy, Tomás es, sin lugar a
dudas, junto con Aristóteles, Agustín, Leibniz, Kant y Hegel, uno de los
intelectuales más profundos, sistemáticos y fecundos (Respecto a sus años de
vida) de la Historia.
Obras
La obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa y,
cuando se tiene en cuenta que murió a los cuarenta y nueve años y había
recorrido casi 10.000 kilómetros en viajes a pie se considera una hazaña
inigualable. Josef Pieper comentaba: Apenas puede creerse todo
lo que escribió los últimos años en París.
Sus obras más extensas, y generalmente consideradas
más importantes y sistemáticas, son sus Sumas: la Summa Theologiae,
la Summa contra Gentiles y su Scriptum súper Sententias.
Tres síntesis teológicas, o summas
|
Nueve tratados en la forma de disputas académicas
|
Doce disputas quodlibetales
|
Nueve exégesis sobre las Sagradas Escrituras
|
Una colección de glosas de los Padres de la Iglesia sobre
los Evangelios
|
Once exposiciones sobre los trabajos de Aristóteles
|
Dos exposiciones de trabajos de Boecio
|
Dos exposiciones de trabajos de Proclo
|
Cinco trabajos polémicos
|
Cinco opiniones expertas, o responsa
|
Quince letras sobre teología, filosofía o temas políticos
|
Un texto litúrgico
|
Dos oraciones famosas
|
Aproximadamente 85 sermones
|
Ocho tratados sobre teología
|
Pensamiento y conceptos
Fe y Razón
El pensamiento de Tomás de Aquino partía de la
superioridad de las verdades de la teología respecto a las racionales, por la
sublimidad de su fuente y de su objeto de estudio: Dios. Aunque señaló que la
razón era muy limitada para conocer a Dios, ello no le impidió mostrar que la
filosofía era un modo de conocimiento plenamente autónomo de hallar
conocimientos verdaderos:
En primer lugar porque no contradice a la teología,
así lo dice:
"Lo naturalmente innato en la razón es tan
verdadero que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es
lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado por
Dios. Luego como solamente lo falso es contrario a lo verdadero, como
claramente prueban sus mismas definiciones, no hay posibilidad de que los
principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe”
En segundo lugar, porque es la herramienta natural
del hombre para conocer el mundo y el Aquinate, como se ha visto, considera
imposible pensar en la falsedad de la razón por lo connatural que no es. No
obstante, Tomás señalaba que si se llegaba a una contradicción real y no
aparente entre una conclusión de fe y otra racional, la errónea sería la de
razón ya que Dios es infalible. Un ejemplo de contradicción aparente sería la
cuestión de la Trinidad:
Tomás, por razón, señala que "Dios es
simple", y, por fe, que es "trino", pero para ser trino (que no
triple) hace falta ser uno, es decir simple, por lo que fe y razón no se
contradicen, sino que la gracia de la fe supone (acepta) y eleva (perfecciona)
la naturaleza, racional en este caso.
Ontología
Tomás, como máximo exponente de la figura de
Aristóteles, tiene en el ser el punto de partida de su esquema del pensamiento.
El Aquinate comienza su ciencia en el ente o cosa, en el principio de "lo
que hay", y distingue entre ente lógico (meramente pensado) y ente
existente.
Ahí introduce su innovadora distinción entre
esencia y existencia. Ya que podemos actualizar interiormente la esencia de un
objeto, independientemente de que exista, hay que concluir que ambos son
principios diferentes y Tomás asocia la esencia, por ser limitación, con la
potencia aristotélica, y la existencia, por ser perfección, como acto; en esta
independencia de la existencia respecto a la esencia radica la cuestión de la
contingencia de los objetos. El Aquinate menciona también el caso de Dios, que
es plenamente subsistente no-contingente luego su existencia se encuentra en su
esencia, se define como el ser propio y absoluto.
La siguiente innovación radica en las propiedades
inherentes del ser, o trascendentales, que son tres:
Unidad: Un ente, por Principio de no contradicción,
es una realidad simple, es decir, incontradictoria. Esto enlaza con lo que dijo
Aristóteles:
"El Ser y el Uno son la misma cosa”
Verdad: Se dice aquí que todo ente es inteligible,
que cualquier ente cabe de ser pensado. La verdad sería pues la propiedad de
cognoscibilidad del ente, cosa afirmada por Agustín de Hipona y reforzada por
Tomás en su famosa definición:
Conformidad del entendimiento con su principio, las
cosas
Bondad: Ya que el mal, por ser mera corrupción, no
existe como tal, como ente, no hay ente que sea "malo", así pues,
todo ente es bueno, apetecible por la voluntad.
Conocimiento
La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino es un
rescate de la defendida por Aristóteles. Para ambos el entendimiento toma los
atributos genéricos de los objetos del exterior (Percibidos a través de
impresiones sensibles) y los reconvierte en un ente nuevo: la especie o
universal. En él y en su uso radica la diferencia cognoscitiva entre hombre y
animal, ya que el universal es un elemento indispensable para todo silogismo,
que sólo emplea el hombre.
La novedad de Tomás en este tema reside en su
respuesta al problema de los universales. Dicho problema, mencionado
primeramente por Porfirio en su Isagoge, analiza el modo de ser del universal.
Ya que ésta cuestión es de capital importancia antropológica (Está visto
arriba), directa o indirectamente las grandes figuras intelectuales de la Edad
Media como Agustín de Hipona, Escoto Eriúgena, Anselmo de Canterbury, Pedro
Abelardo o Sigerio de Brabante tomaron postura en la polémica. Tomás no sería
menos y dio la siguiente solución, destacando tres estados reales del
universal:
-Ante rem (Anteriores a las cosas): En la mente de
Dios, por ser Creador del mismo, como arquetipo de los entes de la realidad
material.
-In rem (En las cosas): Como estructura que
conforma la especie de un objeto singular. Está mezclado con la materia, por lo
que, como tal, en el aspecto sensitivo es potencial e imperceptible.
-Post Rem (Posteriores a las cosas): Como conceptos
lógicos, abstraídos de los entes reales materiales y, necesariamente por lo
dicho arriba, inmateriales.
Existencia de Dios
La demostración de la existencia de Dios, ofrecida
en una formulación sintética a través de las así llamadas "Cinco
Vías" es un punto breve en la magna obra de Tomás. No obstante, su
exposición es tan completa y sistemática que ha hecho sombra a Platón, Aristóteles,
Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury y se ha convertido en el modelo de la
filosofía clásica respecto a éste punto.
La Primera Vía se deduce del movimiento de los
objetos. Tomás explica mediante la distinción de acto y potencia, que un mismo
ente no puede mover y ser movido al momento, luego todo aquello que se mueve lo
hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una serie de motores, y esta serie no
puede llevarse al infinito, porque no habría un primer motor, ni segundo (es
decir, no habría comunicación de movimiento) por lo tanto debe haber un Primer
Motor Inmóvil que se identifica con Dios, principio de todo.
La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente
(pues todo objeto sensible está limitado por la forma, de ahí que no sea eterno
y sí causado). Se inicia, por lo tanto, una serie de causas análoga a los
motores que termina en una Causa Incausada, identificada con Dios, creador de
todo.
La Tercera Vía se deduce a partir de lo posible.
Encontramos que las cosas pueden existir o no, que pueden pensarse como no
existentes y por lo tanto son contingentes. Es imposible que las cosas
sometidas a la posibilidad de no existir lleven existiendo eternamente pues en
algún momento habrían de no existir. Por lo tanto debe haber un Ser Necesario que
se identifica con Dios, donde esencia y existencia son una realidad.
La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores
de las cosas. Encontramos que las cosas son más o menos bondadosas, nobles o
veraces. Y este "más o menos" se dice en cuanto que se aproxima a lo
máximo y (ya que los grados inferiores tienen su causa en algo genéricamente
más perfecto) lo máximo ha de ser causa de todo lo que pertenece a tal género.
La causa de la bondad y la veracidad se identifica con Dios, el Ser máximamente
bueno.
La Quinta Vía se deduce a partir del ordenamiento
de las cosas. Tomás recuerda como los cuerpos naturales, siempre o a menudo,
obran intencionadamente con el fin de lo mejor, muchos incluso sin
conocimiento. Llegó a decir, fiel a Aristóteles, que cada ente, como causado,
debe tener una finalidad como razón de su existencia y esto solo es posible si
hay un Ser supremamente inteligente, que es Dios.
Esencia de Dios
Tomás, como se ha visto, dejó claro que (Debido a su inmensidad) no podemos contemplar a Dios como tal y señaló que la mejor forma de conocer a Dios sería mediante su Revelación directa: la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente filosófico, se habría de conocer a Dios no mediante dichas fuentes sino del modo en que está ordenada la razón natural: tomando las cosas sensibles (los efectos) y abstraerse a sus principios (la causa) o fines. Una vez realizado ese proceso se establece qué tienen en común y qué no, es decir, las dos Vías del Conocimiento de Dios:
-Vía negativa: El Aquinate afirma en su Summa
contra gentiles que en Dios no hay composición, violencia, corporeidad o
potencia alguna, no porque le falten dichos rasgos y parezca, así, incompleto,
sino porque está por encima de todo límite o posibilidad. De esta manera,
eliminando predicados "negativos" obtenemos una imagen más exacta de
Dios, que es, por oposición, simple, natural, incorpóreo y acto puro.
-Vía afirmativa: Se trata de predicar de Dios todos
aquellos atributos de bondad, veracidad y otros valores "positivos"
pues él es causa de todo cuanto bueno hay en la tierra, y por lo tanto, como
está dicho en la Cuarta Vía, él es la pura Bondad, Verdad etc...
Este modo de relacionar sujetos entre sí por su
parecido, fruto de la proporcionalidad de ciertos predicados es lo que Tomás
llama analogía. Aunque es una herramienta definida y empleada como tal por
primera vez por Aristóteles, no era sino un aspecto de la sofística sin
analizar internamente, de lo cual se ocuparía Tomás. Éste distinguió dos clases
de analogías:
-De proporcionalidad: Se da en un conjunto de
objetos, con distinta naturaleza por la distinta entidad de éstos. Es de forma
"horizontal" y según el atributo, puede ser propia o metafórica.
-De atribución: Se da desde un "primer
analogado" activo o un "analogado" pasivo, por lo que es de
forma "vertical".
La novedad de Tomás radica no sólo en tal
distinción sino en emplear éste nexo lógico en un campo existencial y sumándole
el concepto de "eminencia" (Dios posee el atributo de modo supremo
por lo que está absolutamente identificado con tal).
El alma y el cuerpo la enseñanza filosófica del
Aquinate sobre la entidad y relación del alma y cuerpo viene recogida, en gran
medida, en la respuesta que da al averroísmo y a su Teoría de la unidad del
intelecto o entendimiento:
Fruto de la exégesis neoplatónica de Alejandro de
Afrodisias de los textos aristotélicos, así como del extremismo teocentrista
arábigo, el filósofo árabe Averroes, evolucionando la opinión del verdadero
precursor, Avicena, defendió que el intelecto agente, el actualizador del
universal, era Alá, y que tal universal el género humano lo asimilaba y hacía
ciencia con él en el intelecto posible (que era único para todos) por lo que
ninguna alma tenía, como individuo, nada incorpóreo; así pues, ninguna era
inmortal. Averroes indicaba que la relación entre entendimiento y alma humana
se daba mediante la fantasía, entendida como facultad de conocimiento
sensitivo, propia del animal. A esto dicho filósofo añadía, como nos ha dejado
constancia Tomás, que ésta era la opinión de Aristóteles, pues él decía que el
entendimiento era impasible, inmixto y separado.
Para entender la singular energía de Tomás en
respuesta a esta opinión habría que caer en la cuenta de dos aspectos de la
misma.
-Traicionaban y confundían el legado de
Aristóteles, provocando que el Aquinate fuera objeto de innecesarias críticas
(de Buenaventura de Fidanza por ejemplo)
-Negaba, a través de elementos verdaderos, toda
relación posible del hombre con Dios, lo que daría pie a la Teoría de la doble
verdad donde se despreciaba la fe y confundía la persona de Jesucristo,
haciéndola pasar por un sujeto doble, divino y humano, como lo hace hoy el
modernismo teológico y la teología de la liberación.
Vistos estos puntos se puede entender la energía
del Aquinate en responder a Sigerio, pero no lo hace desde el sentimiento y la
sofística sino, como se verá, desde el sentido común y la sencillez:
"El individuo es hombre porque entiende
mediante su entendimiento posible. Si este hombre tiene una fantasía distinta
de aquél pero no otro entendimiento posible sino uno idéntico, seguíriase que
son dos animales y un único hombre, que es evidentemente imposible, luego no
hay un único entendimiento posible”
"Los fantasmas o imágenes, que son entendidos
en potencia, son diversos, lo que da la especie ha de ser uno pues la especie
es una y a lo uno corresponde luego el hombre no recibe la especie por los fantasmas”
"Si el entendimiento posible es algo del alma
humana y se multiplica en atención a los individuos, como ya se demostró, por
proporción igual será el entendimiento agente, y no uno para todos”
Del mismo modo, criticaría que la opinión de
Aristóteles no era tal pues él afirmó por escrito que el entendimiento es
potencia genérica del alma mediante el cual opina y entiende por lo tanto el
que esté separado e inmixto se toma respecto a otras potencias del individuo.
A partir del asentimiento de Tomás al
intelectualismo del alma, afirmará, por ser recipiente del universal, que ésta
es inmaterial e incorruptible. Respecto al cuerpo, Tomás criticó a Platón de
rechazarlo y de afirmar la unión de ambos como accidental, por lo que defendió
la unidad sustancial de ambos y su identidad como un sólo sujeto.
Ley natural
El fin último del hombre es alcanzar la felicidad. Para obtenerla debe responderse a su naturaleza. Por eso existen unas normas que derivan de su naturaleza que constituyen la ley natural. En consecuencia, la ley positiva, si es contraria a la ley natural, es injusta pues atenta contra el bien del hombre. De este modo, la ley natural expresa la libertad del hombre y exige una ordenación racional de su conducta. Esto explica que, para Tomás de Aquino, la peor forma de gobierno es la tiranía. Tomás de Aquino recoge las virtudes aristotélicas cuya realización está en el justo medio. Esto se ve corroborado, profundizado y trascendido por la revelación cristiana. Según ésta, el compendio de la ética es el amor al prójimo, que es querer el bien de todo hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario